Madre, cuando me crucifiquen / Por Cedhot Arias


Madre, cuando me crucifiquen, 
no llores por mí como por el buen Jesús.
Me trajiste desde la desnudez de tu vientre
y así me entregarás.
Sin remordimientos, sin agonías ni tormentos. 
He sido fiel a la vida. Estamos en paz.

Madre, no fuiste tu quien se 
extravió en los caminos de la memoria
fuimos nosotros, los inconstantes. 
Y tu nos miras con la gratitud de las hormigas
mientras el mundo se nutre 
con nuestros excrementos y fluidos.

Madre, lo poco de bueno que hay en mi es tuyo
solo tuyo es mi brillo, mi irisdescencia aleatoria.
Solo tuya la promesa de vida, los múltiples colores
del día, todos los tonos de la nocturna luna.
Chamana mía, maga mía, bienhechora,
profeta. Te soñé bailar vegetalmente.
Trenzas blancas en tus cabellos negros,
toda la tierra imanada, magnética 
en la danza que nos creó.

Madre, eres mi Whitman la hembra, 
mi Neruda comunal, mi Andrés Eloy Giraluna.
Todos los cantos me enseñaste a cantar
y me diste voz que sonara solo mía,
para crear. He sido fiel a ti madre
siendo como yo.

Cuando me entregues a la tierra 
no habrá cadenas ni grillos que tengas
que quitarme, ni marcas del cepo que maquillar.
Ese es mi homenaje para ti madre.
Solo para ti.

Cedhot Arias

Comentarios