La casa del poeta / Por Cedhot Arias

        
           

       A las voces que me habitan, hace tanto...

Cuatro paredes suspendidas
repletas de estruendos y miradas,
fantasmas recorren
cada palmo, cada esquina,
se desplazan y adormecen
cada vena, cada idilio;
te sostengo pluma pendenciera
envaneces la mano mecedora
de recuerdos, yo cavilo,
que más diera
sin tener este cielo en cada techo,
fieras encarnizadas rumian este pecho
áureo, vidrioso
razonando la búsqueda del absurdo,
¡Soy poeta!

¡Un poeta atado a cada lecho!
vaciado en la vivencia
explotado en cada beso
de unos labios traicioneros
de los ojos delatores de tu cuerpo.
Abstraído para verte
como miran los payasos,
la risa afuera y el mar adentro
aguantando el aguacero
de los dedos y los dardos
de tus manos y tus senos.
¡Soy poeta!

¡Un poeta atado a cada hecho!
canto al mar de lo innegable
en la corriente que me guía
a tus muslos,
a la vertiente navegable
por la balsa
que incrusta mi madera
entre tus fosas.
La sal de unas mejillas
perfectamente colindante
con la saliva del deseo,
con las rosas, con tu rosa
en mi lengua tenue.
¡Soy poeta!

¡Un poeta atado a cada sombra!
grito al sol que destroza
cada roca en el camino,
cada brisa juguetona
que espabila las hojas
de ese bosque que es tu pubis,
grito al soldado de lo eterno
empeñado en la afrenta
de la sangre que sonroja
cada piel llena de hormonas,
cada diosa de sudores y visiones.
¡Soy poeta!

¡Un poeta atado a los desprecios!
odio al que no ama
sentimientos de aposento,
al que nubla la visión
de los incautos,
el que engaña pueblos
ignorantes, pueblos enteros
con encantos,
odio los fusiles en los campos,
balas disparadas por espantos
infelices que niegan pan,
niegan paz llenos de infartos,
este odio acrecienta el desván
terrible que ignora melodías
y rezos infructuosos a los santos.
¡Soy poeta!

¡Un poeta atado a la clemencia!
mucho diera poetisa
de los sueños por anidarte
en mi espacio y poseerte.
Sobre ti destrozo las paredes de este cuarto,
cada vidrio con destello
en las cadenas de tus ojos,
deja que la naturaleza
desplace la estructura
y haga jirones de columnas
vuelva todo escombros y retazos.
¡Soy poeta!

¡Un poeta que fábula litigando
palabras a la nada!
soy mago en los festines,
para otros simple vago
que ronda cuerpos e ilusiones
con el desvarío ingenuo de los locos.
Patiquín hecho con flores
y fieltro, con paja y monte de los campos.
Vidente de la historia, hombre de otras vidas.
Un héroe de la estética
de palmadas en el hombro.
Hombres y mujeres
entregados a placeres,
cultivo de pasiones en la carne.
Unos pasos y la callejuela de los tiempos
llenan de regreso y de comienzo
a lo que palpita, lo que grita
y se revela.
¡Soy poeta!

¡Dueño y arrendatario de esta casa!
casa de paredes suspendidas
dejando escapar sentires por hendijas,
casa de lo bueno y doloroso
que revela cada día que soy vivo
entre tanta muerte peregrina
de vacíos singulares,
casa con fogones
para el hambre de los muchos,
para el frío de todos.
Casa siempre casa
de los propios, de los sin cara
de las voces y los aplausos.
¡Soy poeta!
¡Un poeta atado al infinito
de lo amante,
palpitante y sudoroso!

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