El camino de las tristezas / Por Cedhot Arias


¿Quién ha visto el sendero de la tristeza
emerger de una gota de rocio al despuntar el alba?

Nadie.

Quienes lo intuímos, somos serenos pájaros
sin nombre en la estancia del labriego.

Él, sale al huerto entre cantos de gallo
y la tristeza lo sigue
como una sombra dudosa sobre la piedra húmeda.

Él insiste, cada paso se va con el camino,
mientras sobre la cabeza descubierta
la brisa besa el paso del tiempo en sus cabellos.

Quienes sin demora lo miramos
solemos graznar su tesón
como quien mastica piedras.

Él, levanta la mirada como si sus ojos volaran,
la tristeza cuelga su lánguido brazo sobre el borde de sus labios
y las manos duras, asperas como la vida,
separan la maleza y el fruto fresco.

Avanza el día que aún no es día
ni nada que se le parezca.

Ya el labriego vuelve sobre sus pasos renovados.

Quienes lo vigilamos, hacemos circulos de falsa grandeza
sobre el vientre de la tierra.

Él lleva la tristeza consigo.

No la enfrenta.

Apenas la echa al hombro...
Como si no importara.

Cedhot Arias. 02 de Febrero de 2009. 5:30 p.m.

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